sábado

LUNES 16 DE ABRIL DE 2007

Adiós

Adiós muchachos, con el alma, que con la voz no puedo. Este viaje ha terminado, ha sido un placer. Gracias a todos por la atención. Me lo he pasado muy bien, la verdad. Solo quiero apuntar que siento si alguna vez he sido un poco reincidente tratando de explicar cosas de ese lado tan inexplicable de los sentimientos. Pero en fin, que le vamos a hacer, he nacido en una bonita y tranquila ciudad europea, y como no puedo escribir sobre diamantes de sangre, ni tramas internacionales, no me queda otra que aburrir con mis romances repetitivos y mis adicciones de tres al cuarto. No hay otra. Bueno, que las despedidas tienen que ser breves, que sino parecen otra cosa.Time to say goodbye. Adiós y suerte.

Te lo agradeceré

*Si rezas algo por él, te lo agradeceré.

SÁBADO 14 DE ABRIL DE 2007

La delgada línea blanca

La casa al final de la Avenida Pearson es monumental, con piscina. En el jardín se encuentran instalados esos radiadores con forma de seta que usan las terrazas de los restaurantes en invierno. La comida, japonesa, hay que tomarla con palitos. Para la música han contratado a un Dj que ha empezado la noche con música chill out. Sorprende la cantidad de chicas hermosas que andan por aquí. Aparentan tener ese carácter frívolo que produce el exceso de dinero. Se saludan con gestos exagerados como si los hubieran practicado en el espejo de su habitación. Devotas de Versace, Louis Vuitton o Gucci compiten entre ellas como si estuvieran disputándose los CFDA Fashion Awards. El desfile de escotes ameniza la fiesta. Lo bueno de ciertas chicas es que están dispuestas a pasar frío a cambio de parecer un poco mas atractivas. Conversaciones redundantes tratando de demostrar riqueza. Las fiestas son una de esas cosas que la sociedad en la que vivimos sobrevalora. Como perder la virginidad, los metros cuadrados en el centro de la ciudad o los coches. Las fiestas es lo mismo que tener todas las mañanas libres, al principio hace mucha ilusión pero al final acaba cansando. Entablo conversación con una chica. Creo haberme enamorado a primera vista, pero como tampoco se si yo le habré gustado, evito dejarme llevar por la alegría. Es lo malo de las chicas simpáticas, nunca sabes si están intentando seducirte. Parece una chica inteligente, aunque ya se que a priori es fácil destacar la inteligencia cuando esta viene rodeada de belleza. La belleza mejora las otras virtudes. La fiesta no para. Bailamos, reímos, bebemos. Nuestra máxima preocupación es el resultado del próximo partido de nuestro equipo favorito. Cuando ya empieza a salir el rojo sol del amanecer la fiesta termina con un campeonato de rayas de cocaína. En la cocina. Se trata de tres eliminatorias, uno contra uno, hasta llegar a la final. Cada eliminatoria la pasa el que consigue esnifar la raya mas larga. Se coloca la cocaína encima del mármol en líneas estrechas, muy estrechas, como mas estrechas mejor. Así las rayas son mas largas y el juego gana en espectacularidad. Usamos billetes de cinco euros enrollados para canalizar la coca hasta la nariz. Para superar la primera fase el tamaño de los pulmones resulta determinante. Por eso me eliminan a la primera ronda. Mis diminutos pulmones no dan para mucho. No tengo más remedio que convertirme en espectador. La competición avanza, unos ganan y otros pierden. Todo sucede muy deprisa, ya que una pausa demasiado prolongada podría romper el ritmo del campeonato. A pesar de la gran cantidad de vasos sanguíneos que hay en la nariz, los efectos de la cocaína no empiezan a manifestarse hasta dentro de unos cinco o diez minutos de ingerirla, llegando a su máximo efecto al cabo de media hora, y entonces ya es demasiado arriesgado arriesgar. Marc va superando todas las eliminatorias hasta plantarse en la final. Su nariz empieza a sangrar. Pero no quiere abandonar, así que se frota la sangre con una disolución de agua y sal, y se enfrenta a la última raya de la noche. El valor de los drogados radica en su inconsciencia. Esnifar coca es una de esas cosas que deben hacerse de golpe, sin pensarlas demasiado. Como arrancarse los pelos de las piernas, suicidarse o meterse en una ducha de agua helada. Al final, por dos centímetros, se proclama campeón.

VIERNES 13 DE ABRIL DE 2007

Egoísta

De no ser solidario con los grupos, de ir a mi bola, generalmente se me acusa. No voy a negarlo, si, pero es que a veces por perturbador que resulte necesito escucharme a mi mismo antes que a ciertas personas. Vengo de una soledad a la que acudo cada vez que quiero salvarme. Lo que quiero decir es que en los momentos más trascendentes hay un momento en que la vida te encierra y no hay otra que enfrentarse a uno mismo. Es un miedo en la incertidumbre, me refiero esa clase de miedo que se siente cuando tu vida se tambalea entre dos caminos bien distintos. Ese miedo que produce el silencio que precede a la noticia. Ese miedo de la sala de espera del amor, del triunfo, de la derrota. Quiero decir que al final siempre estoy yo solo ante ese miedo. Solo, uno siempre se enfrenta al amor solo. Solo, uno siempre regresa del amor, solo. Y esa misma soledad es la que a menudo necesito visitar durante el trayecto. No nos engañemos, nos gusta formar parte de la sociedad, pero en el fin lo único que nos interesa somos nosotros mismos. “Yo cada mañana me levanto con el deseo de hacer felices a los demás”, decía el guía de la Alhambra. “Y al ver a los otros felices, soy feliz”, proseguía. Vale, ya estamos, nosotros mismo como razón última. Uno desea hacer felices a los demás con el único propósito de sentirse feliz con uno mismo. Somos seres egoístas por naturaleza, venir a dar lecciones, es fácil.

JUEVES 12 DE ABRIL DE 2007

El amor de la economista

NURIA CHINCHILLA, PROFESORA DEL IESE

“Me refiero a amar como amor inteligente, porque existe una decisión racional, es querer querer, no solamente sentir. Como consecuencia de ese amor inteligente, ese querer querer, hacemos cosas que son buenas para los demás y para nosotros, y ahí crece el sentimiento y no al revés como nos quiere hacer creer el sentimentalismo, que primero es el sentimiento y luego la decisión”.

MARTES 10 DE ABRIL DE 2007

Tu esfuerzo

Llevaba toda la vida dándome lecciones. Solo veinte años, y ya adicta a los libros de autoayuda. Los devoraba todos, uno tras otro. Su Biblia no era más que la colección de manuales de Rojas Marcos. Se vanagloriaba de su felicidad a base de métodos. Se sorprendía de cómo la mayoría de los infelices no probásemos con su literatura de eruditos con doctorado en psicología. “Apodérate de tu mente, controla tus sentimientos. Es fácil”, me decía. Vivía ignorando su debilidad, creía poseer el control de todos sus pensamientos. No sabía que cuando la vida ha sido demasiado benevolente aún no puedes saber bien quien eres. Y así fue, a la primera piedra, cayó. En una de esas calurosas tardes del mes de marzo su socio para los sentimientos cogió y se fue con su música a otra parte. Con otra, opino yo. Bye Bye, my darling. Cuatro años de relación, parece que fuera ayer. El corazón roto, y demasiados momentos que recordar. Ahora me cuenta que no puede más, que su vida ya no tiene sentido. Que ahora todos los consejos son vacíos, que no hay nada que hacer. Y a mi no me queda otra que decirle que se olvide. No hay más método que tu sacrificio. Salir de la agonía es tarea dura, no basta la suerte. Hay que luchar con fuerza. Porque al fin y al cabo, solo sirve tu esfuerzo, tus ganas de salir del pozo. Y no es fácil, pero no hay otra.

Sevilla

Llegaremos a Sevilla un viernes primaveral al anochecer después de sufrir cinco agotadores días en Barcelona. Dejaremos las maletas en el Hotel Alfonso XIII donde teníamos pedida una habitación con vistas a la Giralda, y nos dirigiremos directamente al barrio de Triana. En la calle Pureza, nos meteremos en dos o tres tabernas a saciar el hambre a base de breves tapas grasientas. No se trata de cerrarse, forzaremos conversación con los vecinos de la barra, pues aquí el riesgo de resultar molestos es prácticamente inexistente. Luego, cuando el cansancio de nuestras piernas nos pida una silla, nos dirigiremos a la paralela calle Betis que bordea el Guadalquivir. Allí, cómodamente sentados en una terraza vecina a un río al que de noche se le refleja toda la ciudad iluminada, nos tomaremos unas copas. Este momento tiene su emoción, atentos. La noche se cerrará en la discoteca Boss donde probablemente nos cruzaremos con más de una cara conocida de ese mundo del corazón que no tiene corazón. El sábado nos levantaremos tarde, quizás a la hora del almuerzo. Comeremos en cualquier terraza de la calle Gamazo. No hay que arriesgar, gazpacho para empezar y unas gambas a la plancha de segundo, generalmente sale bien. Como la tarde será soleada pero no calurosa iremos a dar una vuelta por toda la ciudad en carroza movida por caballo. Parque de Maria Luisa, Plaza España, Torre del Oro, Archivo de Indias… que bonitos son con una suave y templada brisa acariciándonos la cara. Sin darnos cuenta se nos harán las siete, así que nos bajaremos en el estadio Sanchez Pijuan que, como el Sevilla se estará jugando la Liga, estará lleno a reventar. A pesar de que el equipo visitante se lleve los tres puntos (tal como habíamos deseado) el estadio no habrá dejado de rugir en todo el partido. Por lo que acabaremos sintiendo una sana envidia, si es que puede ser sana. Por la noche nos dirigiremos al barrio del Arenal donde bailarines que sueñan con ser Joaquín Cortes nos deleitaran con su taconeo persistente. Luego, como el cansancio ya se habrá apoderado de nosotros y renunciaremos a otro largo viaje hacia la madrugada, optaremos por un fácilmente digerible espectáculo de baile flamenco para cerrar este sábado. El domingo nos levantaremos a media mañana, desayuno consistente en el hotel, y a leer los periódicos en los jardines de los Reales Alcázares. La belleza de estos jardines es de otro porvenir. Abundancia en flores, abundancia en colores, abundancia en olores. Aquí la lectura resulta realmente placentera, incluso inspirante, diría yo. Comida ligera y hacia la blanca Plaza de Toros de la Real Maestranza. Donde a pesar de ser la más exigente del mundo (para salir a hombros hay que cortar como mínimo tres orejas), esta tarde sí, los toros acompañarán y, pañolada previa, Sebastian Castella saldrá a hombros por la Puerta del Principe. Y en fin, el viaje habrá terminado. El día siguiente tocará volver a la rutina, esa cosa que tanto odiamos, pero que tanto necesitamos. Pues de algún sitio habrá que escapar.

DOMINGO 8 DE ABRIL DE 2007

Viajar

Se dice que viajar es bueno, que siempre se aprenden cosas. Que hay que conocer mundo, enriquecerse culturalmente. Que hay que distraerse, buscar nuevas aventuras, huir un poco. Yo digo que si, que vale, estoy de acuerdo, pero hay un aspecto de esa cosa que llamamos viajar que para mis es la más importante de todas. Una cosa de la que casi nunca se habla, y sobrevuela al resto: Relativizar. Si, de entre todas esas cosas positivas que nos aporta un viaje, creo que la capacidad de hacernos relativizar es la más importante. Cuando viajamos, nuestro ego adelgaza, nuestra trascendencia baja hasta los niveles más bajos. Uno se da cuenta de su pequeñez, de su insignificancia. Que grande es el mundo, que pequeño soy yo. Que casi nada es absoluto, que casi todo es relativo. Que un paraguas puede protegerte de la lluvia, pero también del sol. Que esa mujer que tu ya no quieres para nada, puede convertirse en la mujer de los sueños de otro. Ya nada es ley. Uno descubre otra sociedad que busca la felicidad a través de otros caminos que jamás habíamos sospechado. Y entonces te preguntas: ¿No serán más felices? ¿No andaré errante? ¿Debo cambiar?… y el autointerrogatorio se hace eterno. Entonces llega un momento en que uno opta por renunciar a uno mismo, relativiza, deja de tomarse en serio y trata de encontrar un pequeño placer en ese perfume a flor recién salida de la primavera. Y ya es feliz, con poco.

La veritat de neó


LES COSES MÉS IMPORTANTS NO SÓN COSES.

VIERNES 6 DE ABRIL DE 2007

Amsterdam (y IV)

Ámsterdam es una bonita ciudad, la versión actualizada de Venecia. Ámsterdam es cultura, libertad, y alguna virtud más. Pero si hay algo que tengo claro es que no es mi ciudad. No se fumar, ni tampoco me gusta ir de putas. Lo que quiero decir es que seguramente podrá ser la ciudad de los sueños de alguna otra persona, pero no la mía. Mi droga es el alcohol, y ya va siendo hora de que deje de probar esas cosas tan raras que te dejan un día entero imitando voces y soñando con colores que se repiten. Lo que más me ha gustado de Ámsterdam (a parte de los canales dorados por el sol, cuando hay sol), es pasear en bicicleta. La llanura de la ciudad lo permite, por lo que el cansancio tarda en aparecer. Y si además llevas buena música en el iPod, todo el proceso resulta realmente agradable. Otra grata sorpresa ha sido descubrir “Cartas a Theo” un libro de Van Gogh, donde se descubre a un escritor con un talento en concordancia a sus pinturas: “Precisamente porque el amor es tan fuerte, y nosotros tan leves que no podemos mantener el timón, nos abandonamos por completo a este sentimiento. Es necesario haber amado, después perder el amor, y luego volver a amar. Sobretodo, nunca abandones”. Respecto a los museos de la ciudad, una de cada. Me gustó el de arte contemporáneo, el Stedelijk Museum, y me supo a poco el de Ana Frank. El primero es un edificio medio resignado dentro de la zona portuaria, una zona donde se están levantados los edificios más modernos de la ciudad. De puertas adentro la cosa cambia y la contemporaneidad del arte queda de manifiesto en cada exposición. Supongo que ese principio de decepción, es buscado, pues así después resulta más fácil generar una opinión favorable. En el museo de Ana Frank sucedió lo que me temía. El poder del Judaísmo, de manifiesto. Quiero decir que la historia que hay detrás de esta chica esta bien, tiene sus cosas, pero si le hubiera sucedido lo mismo a cualquier otra chica de cualquier otra religión no habría trascendido ni la mitad. Pero, ya se sabe, el pueblo judío tiene poder, y cuando se trata de promocionarse no falta ni un dólar. Resumiendo, el viaje ha valido la pena. Gracias a todos.

Amsterdam III

*Todos menos yo.

MIÉRCOLES 4 DE ABRIL DE 2007

Amsterdam II

Hoy tampoco hablaré de Ámsterdam. Mañana, quizás. Ayer decidimos alquilar unas bicicletas para movernos por la ciudad. Lo que pasó fue que la tarde era soleada y decidí separarme del grupo para poder dar una vuelta con completa libertad. Evadirme un poco del diálogo absurdo que siempre acaba sonando en los grupos numeroso. Los canales dorados por el sol parecían cristales donde reflejar la utopía de un sueño. Entonces deseé tener una chica a la que besar. Pero cansado de tanto romanticismo no correspondido opté por acercarme al hotel a escribir un poco. Cogí el portátil y baje al hall a escupir cuatro palabras enternecidas por la situación. El bar, vacío como el corazón de un proxeneta, inspiraba lo suficiente. Pedí un gintonic bien cargado que el camarero me sirvió con entusiasmo. Al cabo de unos minutos entró una chica. Era joven, dulce, rasgos leves, de esa clase de belleza que no me resulta distante. La observé con deseo. Al principio me ignoraba, pero de repente, por sorpresa, se me acercó y me dijo: “¿Tens Internet?, ¿Puc conectarme?”.Evidentemente, no me negué. Me dijo que había visto como entraba en la página del Avui por lo que supuso que también era de Catalunya. Empezamos a hablar con la agilidad que otorga la ginebra. Se conectó a su fotolog y me contó que lo acababa de dejar con el novio. Llevaban más de dos años juntos, me dijo que se dio cuenta que ese no era el hombre de su vida, que ya no valía la pena perder más el tiempo. Yo le respondí que nosotros nunca sabemos si una mujer es la mujer de nuestra vida, que generalmente nos enfrentamos al amor huyendo hacia adelante. Entonces, llegaron sus padres que desde lejos, y como diciéndole “Nos vamos”, le indicaron la salida. Por lo que ella se despidió de mí mientras anotaba su número de móvil en ese sitio donde se escriben las direcciones en el Explorer. Por la noche le mandé un mensaje explicándole por donde íbamos a salir de madrugada, le propuse que se viniese con nosotros. Me dijo que no. Me dijo que no, pero añadió que cuando llegase al hotel le mandase un sms, avisándola. Entonces decidí no salir, así mientras Jaume iba dando vueltas por Ámsterdam yo tenía la habitación para mis intereses, y no molestaba a nadie. Por lo que a la una le mandé un mensaje: “Ja he arribat. Habitació 207”. Al cabo de unos minutos un toc-toc sonaba en mi puerta. Era ella, era yo. Entonces pensé en los canales dorados por el sol, y en mis ganas de besar, y en lo bella que es la vida cuando, después de una tristeza, se nos tiñe de alegría.

LUNES 2 DE ABRIL DE 2007

Amsterdam I

Como el avión salía a las siete de la mañana planeé una noche en vela con Claudia por Barcelona. Claudia es guapa y alegre, y no añado más adjetivos para no que no decrezca el valor de los ya dichos. Lo más probable es que te salude con un eufórico “!Yuhu, soy Claudia!” acompañado de una sonrisa tan ancha que acabarás preguntadote de que se ríe esta. A primera vista te parecerá que vive en su mundo de topos de colores pero si hablas un poco más descubrirás que andas un poco errante. Sus ojos son claros como el agua de las playas exóticas y su piel es suave como la tela de una sabana. Alguna vez he tratado de seducirla, pero nunca con la seriedad que merece. Así que primero fuimos a ver el Barça. Comimos un poco y luego recorrimos la noche por algunas calles del Raval. Tomamos un par de absentas en el London Bar donde nos hicieron cambiar de mesa para que Oleguer pudiera sentarse en la nuestra que según la excusa era demasiado grande para solo dos personas. Me fijé en su novia, muy guapa, iba de hippie pero daba la sensación de que estaba con él por el dinero. “Es hippie, pero no tonta.”, bromeé. Después pasamos por casa a recoger las maletas, y directo al aeropuerto. Eran ya las cinco de la madrugada. Allí nos reunimos con el resto de los tripulantes: Jaume, Ignasi, Armand, Ramón y Joan. Si hay una palabra que los defina, es la bondad. En realidad es lo único que le pido a una persona (si es que estoy en condiciones de pedir algo). En el amor o en la amistad, busca bondad, un poco de lo otro, pero sobretodo busca bondad. Llegamos a Ámsterdam a las diez de la mañana. A través de la ventanilla del avión el día aparentaba soleado, sereno. Pero solo fue un error de la esperanza. Un viento helado sobrevolaba la ciudad. Y odio el viento, mucho. Es por eso que hoy no voy a escribir nada sobre la ciudad, necesito un día más para emitir juicio, hay tiempo. Justo cuando llegué al hotel pensé en mis padres. Antes siempre viajaba con ellos, en cambio mis últimos viajes los he hecho sin ellos. He recordado que cuando era pequeño y viajaba con ellos, tenía ganas de hacerme mayor y poder viajar solo, sentirme libre. Ahora me he dado cuenta de que tampoco es para tanto, si, he cambiado un poco de libertad por alguna estrella de menos, y la verdad, no se si compensa. También he pensado que casi nunca hablo de ellos. Supongo que es porque me da un poco de vértigo. Cuando quiero mucho a alguien, me cuesta horrores escribir sobre él. Mañana más.

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